Esta solitaria residencia familiar se encuentra sumida en un lote frente a las tierras del Gobierno Federal de México y al margen de un río. La pendiente del terreno hizo necesario el uso de muros, así como un sistema de drenaje para canalizar grandes cantidades de agua de lluvia. La casa está configurada con formas ortogonales y materiales como madera, piedra y metal sin revestimiento artificial. Lo cual la ubica sin protagonismo en contra de los ricos y abundantes alrededores.
Mas después del salto…
Una serie de confort espacial que descansan yuxtapuestos en un ordenamiento que nos recuerda a Frank Lloyd Wright pero esta vez en México. La familia quería grandes espacios abiertos que podrían de alguna manera, ser mezclados con la naturaleza de alrededor, nublando las líneas entre “dentro” y “fuera”. Otra petición fue un hecho aislado de estudio con espacio para miles de libros, discos compactos y LP’s, que están obligados a mantenerse relacionados con el exterior.
Doble alturas aparecen en la sala de estar y la biblioteca. Los materiales siguen siendo simples con texturas suaves: las piedras calcáreas, mármoles de poro abierto, maderas tropicales, acero, vidrio y concreto.
La principal intención era que cada espacio interior hiciera frente al río o al antiguo árbol de Amate, que se encuentra hacia el este y tiene unos 30 metros de extendido follaje que parece envolver la casa.
La pequeña piscina de piedra y su cedro rojo que rodea el pavimento se erige como el más íntimo espacio oculto entre la casa y uno de los muros perimetrales.
El paisaje fue discretamente modificado con acciones puntuales de Mario de la Garza y Daniel Aguilar.La vegetación incluye diferentes especies frutales y árboles centenarios que han influido en varias decisiones en relación con el volumen principal de diseño y su ubicación.
Planos
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