Usar el espacio aparente y la luz, el paisaje como soporte de la arquitectura, materiales tradicionales del lugar, y la sencillez funcional.
En un suburbio a 15 km. de Estocolmo las cabañas que alguna vez poblaron y caracterizaron la zona han sido desplazadas por casas prefabricadas estándar de escaso valor arquitectónico. Este contexto, en un terreno escarpado y rocoso, con fuertes restricciones urbanísticas, era el punto de partida para este proyecto.
Mas después del salto…
La casa está ubicada a gran altura respecto del nivel de la calle. La forma rectangular, estricta, genera el contraste que constituye en sí la solución formal puertas afuera.
Puertas adentro, los desafíos de Rahel eran otros: hacer su propia casa, pequeña pero impactante, sofisticada pero económica. “Quería demostrar que una casa de expresión moderna no tiene por qué costar una fortuna”.
Las dos plantas están invertidas funcionalmente. A pesar de que el acceso principal se halla en la parte inferior, es la planta baja la más privada, con un recibidor, un estudio y un dormitorio; el salón, la cocina y la terraza se encuentran escaleras arriba. Y no es capricho en modo alguno; el terreno cae hacia el norte, problema insoslayable en Suecia, y la única posibilidad de expansión exterior hacia el sur era la adoptada: una terraza sobre pilotes accesible desde la planta alta.
La terraza al sur es en verano un ambiente más, en invierno es un paliativo a la reclusión forzada que caracteriza la vida escandinava. También hay terrazas balcón hacia el norte, pero la composición de la fachada principal es libre, con balcones y ventanas que responden a un criterio más estético que funcional.
Planos
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