En un tiempo reciente he visto como las cosas han llegado a complicarse con todo esto del “estilo” arquitectónico, que de mas esta decir está ligado a un pragmatismo analíticamente filosófico, que se arraiga dentro de cada una de las culturas a nivel mundial, es por esto que inequívocamente vuelvo a los Inicios cuando pienso en los “estilos”, y es así como aparecen a razón de trozos de película de 35mm los escritos de Jacques Derrida (1930-2004), que tratan de hacerme volver a mi corriente de pensamiento. La Teoría y La Filosofía son claves importantes dentro de la Producción Arquitectónica y el “estilo” es solo un subproducto de este hecho.
Mas después del salto…
Pero entremos en materia teórica, ¿Es la Arquitectura un cúmulo de palabras? en los escritos de Derrida podemos encontrar algo que nos puede ayudar a comprender a que se refiere este texto, es así como dentro del ámbito llamado por Derrida deconstructive criticism o como suelo llamarlo yo el Yale criticism, encontramos la respuesta a esta situación. Si todo hubiese continuado como un interés exclusivo de los filósofos, tal vez los Arquitectos no pudiéramos hoy día aprovechar todo el sustrato que está incluido dentro de esta corriente del pensamiento. Culpable o no Derrida del hecho, fueron los críticos de la arquitectura los que comenzaron a transferir la idea del deconstruccionismo del terreno literario al arquitectónico. De este hecho pudiéramos decir que Derrida es culpable debido a los últimos ensayos en el plano arquitectónico.
Durante un largo tiempo desde aquellos días en la Universidad me ocupe mucho de los textos de Derrida, solo por la indoblegable y enfermiza curiosidad del fetiche arquitectónico que me producen sus obras. Puede que los derrideanos no comprenda porque en ocasiones digo que este maravilloso filosofo puede llegar a parecer un escritor de brillantes comedias cínicas. Esto lo digo porque hay algo grotesco en él , que se pasea entre la sofisticación textual con la que acostumbra sus inescrutables neologismos con coqueteos arquitectónicos en sus retoques metafóricos. Argumentos que si los ponemos en una ecuación son simplemente variaciones de temáticas antimetafísicas de Heidegger pero con la presunción de Derrida de ser mas heideggeriano que el mismo Heidegger. Intencionalmente vuelvo a los inicios porque existen algunos que dicen que Derrida no es sino un simple jugador de palabras, un evangelizador del juego de la escritura, y después de haber leído todas las obras escritas de Derrida alguna de ellas de tan difícil lectura que requieren semanas de trabajo, me pregunto: ¿Que es lo sustancialmente arquitectónico que nos dice Derrida? Sus textos más recientes en este aspecto están publicados en Psyché de 1987, uno trata sobre Bernard Tschumi, otro sobre Peter Eisenman y uno a modo de prologo de la relación entre Arquitectura-Filosofía.
Hay que destacar que Derrida cuando entra en materia arquitectónica lo hace con mucha cautela, sobre todo en el texto sobre Bernard Tschumi , muchos dicen que su escrito no se separa sustancialmente de las ideas de Heidegger cuando escribió el ensayo, Bauen, Wohnen, Denken, cuyo escrito es para mí unos de los mejores de la historia, para los arquitectos que amamos la crítica-filosófica-arquitectónica. Pero sin embargo el ensayo de Bernard Tschumi cala más profundo por su intensidad de romper paradigmas, y esto se ve reflejado mas notablemente en uno de sus últimos escritos, que trabaja la coquetería arquitectónica enmarcada dentro de 52 exquisitos aforismos sobre la arquitectura. Aquí es donde nace la idea de incluir la Deconstrucción a la Arquitectura, pero siendo Derrida como es, hay veces que confirma el hecho pero en ocasiones lo niega y vuelve atrás, para comprender un poco de que se trata este juego de ideas, si vemos dentro de los 52 aforismos que se encuentran en su último ensayo, podemos encontrar como más relevante lo siguiente: “No hay diseño deconstructivo, diseño para la deconstrucción… Contrariamente a las apariencias, deconstrucción no es una metáfora arquitectónica…Una deconstrucción debería deconstruir antes que nada, como su nombre lo indica, la construcción misma … Pero (debería) deconstruir también la construcción arquitectónica en sentido estricto, la construcción filosófica del concepto de arquitectura…”
Para comprender esto es importante acordarse de algunos presupuesto de Derrida y el deconstruccionismo. En esos escritos Derrida opone su “arquiescritura” o sea la escritura entendida como forma primigenia y como configuración irreductiblemente gráfica a la tiranía y a un terrorismo de clichés, del pensamiento que privilegia los sonidos articulados de la lengua. En síntesis: La escritura como alternativa del “Logocentrismo”. Es la tesis portante de su gramatología. Desde su óptica, la tentación de considerar la arquitectura como escritura es explicable. Según Derrida la escritura no debe ser solo como quería Rousseau, un “suplemento de la palabra” o como quería Voltaire, una “pintura de la voz”. Lo mismo vale según él para la arquitectura y es allí donde encontramos la contradicción en la que muchos caen: el discurso y la forma. No es fácil liberarse de la tiranía del Cliché arquitectónico y Derrida lo sabe y lo plasma magistralmente en su texto sobre Tschumi: “El hecho de que las estrategias deconstructivas comiencen o terminen desestabilizándose, no es precisamente el principio estructural de la Arquitectura” y agrega ” las desconstrucciones serían débiles si fuesen negativas, si no fuesen capaces de construir, pero especialmente si no fuesen capaces de competir con las instituciones, particularmente considerando sus aspectos sólidos, su punto de mayor resistencia…”
Es por esto que muchos jóvenes y no tan jóvenes Arquitectos están convencidos que la deconstrucción de una construcción es tan fácil como el deconstruir un texto, y es allí donde está el error de los primeros Deconstructivistas Arquitectónicos.
Cuestión de gustos o no nadie puede objetar que la arquitectura puede llegar a ser deconstruida como un texto, (fácil o no) y que la arquitectura también puede llegar a ser plasmada como una corriente del pensamiento filosófico, sin llegar a caer en el ya tan retórico “Discurso-Forma-Metáfora “.
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